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Chantaje emocional

Sánchez quiere crear una oleada de histeria victimista que le permita saltarse todos los obstáculos de la legalidad

Hace años, algunos ya dijimos que el perfil psicológico de Pedro Sánchez es el mismo que el de Donald Trump: los dos son narcisistas, megalómanos, irresponsables, intuitivos, arriesgados, listísimos (aunque no inteligentes) e impredecibles. Uno es de derechas y el otro de izquierdas, pero esa diferencia es puramente accidental (si sus intereses se lo exigieran, los dos cambiarían sin ningún problema de ideología porque en realidad carecen de ideología). Los dos son mentirosos compulsivos, pero los dos encarnan mejor que nadie esta época infantiloide y narcisista del homo tiktokensis. Por eso se comportan como si fueran participantes de un Gran Hermano que dura 365 días al año. Y por eso se comunican con los ciudadanos como si estuvieran hablando con el Súper en la Sala de las Confesiones. El victimismo, los lloriqueos histéricos, las quejas sobreactuadas sobre el injusto maltrato que sufren, y sobre todo las proclamas continuas de falso sentimentalismo –“Soy un hombre profundamente enamorado”–, son la prueba indiscutible de que estamos ante dos farsantes patológicos que saben muy bien cómo manipular a las masas. Y por desgracia, hay millones de personas dispuestas a dejarse manipular por estos dos maestros del chantaje emocional.

¿Dimitirá Pedro Sánchez? Lo dudo mucho. Lo que pretende es crear una oleada de histeria victimista que movilice a sus fans (ya no votantes, ya no ciudadanos racionales) para que él se sienta autorizado, como un nuevo caudillo popular aclamado por las masas, a saltarse todos los estorbos de la legalidad constitucional con el fin de anular a los jueces independientes y a todos los medios de prensa que no sean sumisos. Es el modelo chavista de movilización popular que busca destruir todos los obstáculos del Estado de Derecho. Es el modelo trumpiano. Es el modelo iliberal de la democracia aclamativa. Es el modelo de Bildu y de los independentistas catalanes. Es el modelo de la democracia “popular” –y no liberal– que pretende eliminar el poder judicial independiente y la oposición política y la prensa libre. Y esa falsa democracia enfrentada al Estado de Derecho ya está funcionando entre nosotros (basta ver los ladridos chavistas que se oyen en TVE, una televisión pagada con nuestros impuestos). Bienvenidos a la autocracia bananera, amigos.

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