Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Huele, Sánchez, y no es a ámbar

Le sobran hagiógrafos para glosar estos ‘Cinco días que cambiaron el mundo’

Cinco días que cambiaron el mundo. Le sobran hagiógrafos al presidente de Gobierno que hagan el papel de un nuevo John Reed que valore las virtudes innatas del Desfacedor de Entuertos. La Semana Santa acabó con la pertinaz sequía y con abril llegó la adhesión inquebrantable. Ferraz se convirtió en calle de ditirambos y plañideras, de besamanos y jaculatorias. Esa calle de Madrid parecía el Canudos de la guerra del fin del mundo de la novela de Vargas Llosa, un Garabandal laico de quienes esperaban el milagro del que todo lo puede. Vivir así es morir de amor, se lee en los autobuses que publicitan el musical de Camilo Sesto.

Muchos creyeron que era Reflexión y Cierre, como en la tele de Mariano Medina y don Cicuta, pero el émulo de barón rampante apareció con su Carta de Ajuste. El héroe del Diccionario de Plagiarios dio una nueva vuelta de tuerca mostrando las diferencias entre el punto y seguido y el punto y aparte. Le faltó una referencia al punto y coma, la señal ortográfica favorita del Nobel Saramago. Lo suyo son los puntos suspensivos. Yo sigo. Iba para Felipe González y quedó en Felipito Tacatún. Como en la radiofónica Guerra de los mundos se ha inventado un adversario imaginario, con la particularidad de que esta historia más que de Orson Welles merecería ser dirigida por Mariano Ozores.

Fuera de la carta, tenemos pelotas al pil pil, correveidiles en salsa tártara, alacranes en su tinta (qué gran novela de Juan Bas) y lacayos con roquefort. Se dirige a la ciudadanía por la X del antiguo Twitter, ese nuevo ogro filantrópico (el hallazgo fue de otro premio Nobel, Octavio Paz) y cinco días después sale por la puerta de palacio, Marismillas madrileñas, para dirigirse a la plebe sin preguntas. Ya por la noche sí acepta preguntitas en la televisión de los hombres y mujeres de negro, que hace mucho que se quitaron el luto. Se va a reflexionar y después nos lo cuenta como si volviera del Monte Tabor transfigurado en regenerador democrático. Ha tardado mucho menos tiempo que Xavi en arrepentirse. Ha presentado su candidatura a ser el primer entrevistado de David Broncano. En Televisión Española no se veía una manipulación tan chusca y grosera desde aquella noche del 20-N de 1975 en la que por el deceso de Francisco Franco se sustituyó en la programación la película Satán nunca duerme por Objetivo Birmania.

Entre el final de las elecciones vascas y el comienzo de la campaña de las catalanas, el presidente se fue al rincón de pensar. Era duda para el domingo, pero a sus correligionarios, al folclore desatado de Ferraz, les regaló un lunes de resaca, esa fiesta que Sevilla ha recuperado con el referéndum de los farolillos. Satán nunca duerme y lo deja todo atado y bien atado: el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el Centro de Investigaciones Sociológicas (sociología personalizada, una nueva disciplina académica con la que no soñaron Durkheim ni Max Weber), el Centro Nacional de Inteligencia, los letrados del Congreso y hasta el Instituto Cervantes. Don Quijote vela armas en Puerto Lápice.

Huele, Sánchez, y no es a ámbar. Justicia poética: el mismo día declaraba Rubiales.

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