Resulta que ese regalo que nos mandó Galicia en forma de vicepresidenta del Gobierno quiere meternos en la cama antes, cuanto antes mejor. Quiere dicho regalito que las noches de España sean como las de Moscú, Budapest o Sofía antes de que tirasen el muro. Como todo sectario que se precie, desea que el mundo se mueva a su gusto y lo que no lo sea quede abolido tajantemente, ipso facto. Suena la boutade a cortina de humo que tape ese caso de las mascarillas que en cualquier otro sitio se habría llevado por delante a todo el Gobierno. A las diez, en la cama estés reza el viejo dicho y la susodicha ha visto el filón con el que eclipsar el vergonzoso caso de jugar por dinero con la salud de la ciudadanía. Si usted no gozó nunca de aquellas lóbregas noches allende el Telón, la vicepresidenta se las pone en bandeja.